Quisiera cambiar un poco el género del post, así que por favor pónganse serios.
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Hoy por la tarde unos primos me invitaron a una fiesta en Saltillo, yo muy gustosa, comencé a arreglar mis cosas, y sin la intención de quedarme más de un día, no cargué conmigo mas que un bolso de mano grande en donde introduje un pesquero pijama, un ligero cambio de ropa para el siguiente día, mi cartera, en la que llevaba $500 sin identificación alguna, pues la que solía cargar conmigo era un inservible gaffete de la preparatoria que le intercambié a mi novio por el suyo, por el simple gusto de poseer una imagen del otro, en donde ambos lucíamos ridículos y con cara de sueño.
Llamé a una amiga para preguntarle si le gustaría acompañarme, nunca se lo había pedido a ella, pero últimamente había sido muy apegada a mi, a pesar de ser un par de años menor que yo, se llevaba muy bien conmigo. Su madre aceptó que ella me acompañara, siempre y cuando pasáramos a visitar a unos familiares de ella que también vivían ahí, y al hacerlo, le proporcionara toda clase de datos, como direcciones, teléfonos y nombres de personas con las que nos encontraríamos. Yo, sin ningún problema acepté.
El transcurso del viaje fue tranquilo, no tuvimos problema alguno con ello, y al llegar a nuestro destino pedimos un taxi para dirigirnos a visitar los familiares de mi amiga. Ella afirmaba tener mucho tiempo sin visitarlos, así que tuve que darle señas al taxista de cómo llegar pues parecía no estar seguro de la ruta más cercana. Al llegar ya se acercaba la noche, y pude notar que el lugar al que habíamos llegado estaba al menos a unas 14 cuadras de la casa de mis parientes.
Tocamos la puerta del lugar, y una mujer de apariencia asustada abrió la puerta, mi amiga intentó presentarme pero la mujer, al reconocerla le pidió de inmediato que se marchara. Yo no entendía lo que estaba pasando, así que intenté explicarle la petición que me habían hecho los padres de mi amiga al llegar ahí, y lo importante que era darle mis datos, ya que esa había sido la condición de su madre para permitirle acompañarme. La señora disgustada me arrebató la hoja en la que yo llevaba anotados todos los datos que yo ya había preparado de antemano, y me ordenó que nos largáramos. Yo, sin entender lo que pasaba retrocedí unos pasos, pero al hacerlo escuché los gritos de ella al ser tirada del cabello por un hombre alto y con sobrepeso que al parecer se encontraba en estado de ebriedad, noté cómo le arrebataba la hoja que ella me había quitado antes, e identificó al instante a mi amiga, la tomó por la cintura cuando ella intentó correr y la besó en la mejilla torpemente, yo no estaba segura de qué hacer, quería correr, esconderme, ir por la policía, pero no quería dejar sola a mi amiga con ése hombre, decidí que era mejor correr y buscar a la policía, pero para cuando lo decidí, el hombre me sujetaba fuertemente la muñeca. Nos hizo entrar a la fuerza en su hogar, y nos empujó contra el sofá, caminó por la sala unos segundos y sacó un par de fajos de billetes de los bolsillos de su saco, después otros cuatro de los bolsillos internos, y finalmente otros dos de los bolsillos de los pantalones, éstos no estaban atados con nada, así que al dejarlos caer al piso, ellos se desparramaban por doquier, yo jamás en mi vida había visto tanto dinero junto en un solo sitio, pues en el conjunto de billetes, el menor de ellos era de $200, el resto eran $500 y billetes de $1000, lo que nos puso muy nerviosas y asustadas. El hombre parecía haber entrado a ducharse, y la mujer corrió deprisa a lo que parecía ser la cocina por una pequeña llave que ocultaba en un frasco, forcejeó la puerta un poco mientras la abria, y nos obligaba a salir, mi amiga pensó en ella, y le dijo que fuera con nosotras, a lo que ella molesta le dijo que ¡no perdiéramos más tiempo, que nos largaranos! me agaché deprisa y tomé unos cuántos billetes pensando que podrían ayudarnos a escapar, pues la maleta de mi amiga se había quedado dentro de la casa. Y mientras salíamos otros dos hombres mayores se acercaron a nosotras, intentamos correr pero nos cerraron en paso al notarnos asustadas, uno de ellos tomó a mi amiga por la cintura y la tironeó hacia adentro de la casa nuevamente, mientras que el mayor de ellos me sujetaba del brazo, olía mi perfume, se acercaba a mi y al notar mis manos llenas de billetes, se acercó a mi oído y me dijo con una voz dulce: -Pequeña ladrona. Dicho ésto, me lanzó al piso contra la pared, sacó de su bolsillo un encendedor, abrió la tapa, éste permaneció encendido, y me lo arrojó al cabello, sentí cómo éste ardía en segundos, y el horrible olor que emanaba, los ojos se me llenaron de lagrimas y . . .
. . . desperté.